Experto en el oficio de ocultarse,
se esconde en los rincones más oscuros
esperando el momento
de entrar por un resquicio de tu mente.
Una vez dentro, estruja las neuronas.
Te muestra los abismos que creías
lejanos.
Te obliga a recorrerlos.
Disfrazarse le encanta,
adecentarse tanto
que apenas te das cuenta
del olor que desprende.
Jugador de ventaja.
Es un mito el estruendo que provoca.
No le hacen falta gritos ni palabras
soeces.
Él se acerca despacio y en silencio.
Al diablo le gusta susurrar al oído.