Apenas saben nada
de esas noches de insomnio y amargura.
No conocen el llanto desgarrado,
los caminos de vuelta,
el silencio canalla y asesino.
No son interesantes sus historias,
tan solo unos minutos de tertulia
pero conocen bien su poderío.
No sufren y por eso
permanecen intactos.
Son muchos. Son livianos
y la falta de espacio
nunca fue su problema.
Los amores pequeños
caben en cualquier sitio.
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