sábado, 8 de marzo de 2014

NADA


Es el ahogado grito de mi alma esclavizada.
Siento cerca su miedo y su desesperanza.
Es un pesado fardo el que soporta, presa
de mi cabeza gélida, de mi cerebro déspota,
de mi propia inconsciencia controlada.

Es un suspiro atroz y atormentado
el que, a veces, invade mi silencio.
Una danza difusa de marionetas muertas
movidas por los hilos de no sé bien qué manos.

Un lejano rumor aflorando a intervalos
a mi cabeza hueca y un aviso, una súplica,
un extraño poema sin luz y sin palabras.

Sólo gobierna un rey en mi vetusto mundo.
Entre el vacío y el destierro, Nada.


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